Por Juan-Pablo PALLAMAR
París, lunes 17 de mayo 2010.
“La defensa de los Derechos Humanos no son una opción (para la justicia), son una obligación” (Juez Baltazar Garzón en París).
No puedo dejar de sorprenderme. Tras la suspensión dictada por el Tribunal Supremo español, por haber querido “abrir fosas comunes” como dijo el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, con el objeto de investigar crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura de Franco en España, a menos de una semana, en París, un país vecino de la Unión Europea, el juez Garzón es galardonado por su acción a favor de la democracia y los Derechos Humanos (DDHH). Algo que puede sembrar la confusión entre los ‘emprendedores escépticos’ que hoy se “aburren” (y les da lata…) cuando les hablan de derechos humanos. Y también entre los ‘fundamentalistas sin vergüenza(s)’ (de serlo) que rezan con cilicio en mano, que los asesinatos, las desapariciones y las torturas se justifican con un simple “eran todos comunistas”.
Más sorprendido aun. Porque el propio Dominique de Villepin, el ex Primer Ministro francés de la era Jacques Chirac, un derechista histórico y siempre presidenciable, fue quién se encargó de motejar la decisión arcaica del Tribunal Supremo español. Señaló, aquello que la babieca derecha en Chile resiente como una rotería de la izquierda que hoy “da la lata”: “la memoria, la verdad y la justicia son elementos fundamentales para que cada nación pueda avanzar y mirar al futuro”.
No obstante, tres veces sorprendido. Pues no sólo lo reconocía la Corte Penal Internacional, académicos y jueces de variadas nacionalidades, u autoridades políticas, o todavía aun, el enjambre de medios de comunicación internacionales. El auditorio repleto, que hace más de quinientas personas, todas de pie, en una ensalada de culturas tipo salpicón. Ninguna bandera roja. Más bien, distintos colores y múltiples idiomas, tronaron prolongados aplausos, que otros jueces presentes reafirmaban antes, diciendo que Garzón era el responsable de un cambio vital por la lucha contra la impunidad en el mundo. Lo reiteraron, no una sola vez, ni solo una persona. Por primera vez en la historia de la humanidad, y a partir del caso Pinochet, la justicia internacional se afirmaba como autoridad contra la impunidad de crímenes masivos contra la ciudadanía, decían.
En este sentido, para la interpretación de la historia y el futuro de Chile, no puede haber “punto final” ni “ley de amnistía” que ampare la impunidad de ningún crimen ni de ningún violador de DDHH, puesto que en el 2010, aun no hay verdad ni justicia en materia de detenidos desaparecidos. Por eso, Chile, América y el mundo, deben dar un gran paso hacia una justicia nacional jerarquizada por una justicia internacional consolidada, sometida a la Corte Penal Internacional. Pues los DDHH están por encima de las instituciones del Estado-nación. Son universales y es deber aprender de los fracasos. Por consecuencia, defender los DDHH en cualquier parte del mundo, es pensar globalmente. Y avanzar, como dijo Luis Moreno Ocampo, hacia “una sociedad que se llama humanidad”.-
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