La Lógica del Ombligo Propio:
Creer que Obtuvimos una Victoria
Por Juan-Pablo Pallamar Urzúa
Dirigente del Comité Central del PS,
Ex Presidente Nacional de la Juventud Socialista de Chile.
Noviembre 2008.- A pesar de que teníamos tres alcaldes y ahora tenemos dos en toda la región; que varios de nuestros candidatos emblemáticos a los sillones edilicios se perdieron como en Chépica o Lolol, u otros que como en Machalí, Pumanque, Olivar y Requinoa perdieran con la cabeza en alto, proyectándose al futuro, resultando que de ocho candidatos, solamente y emblemáticamente, reconquistáramos Santa Cruz, como lo demostró el “ave Fénix” Tito Valenzuela y que en Coltauco, Rubén Jorquera, ganara un supuesto bastión de la derecha terrateniente, el Partido Socialista creció en presencia en toda la región de O’Higgins.
Desde este punto de vista, quiero creer que obtuvimos una victoria. Porque usualmente, en política, si un dirigente partidario tras una elección no expresa una voz de triunfalismo, le hace un lindo favor a sus adversarios políticos, aunque verdaderamente no se haya ganado. Por eso, uno ve en TV que aunque la Alianza haya perdido en alcaldes y concejales esta se apresure en izar la bandera de la victoria. Así como la Concertación, a pesar de la importante merma electoral que sufrió haga lo propio, y bueno, todos los pactos políticos (JPM, PRI, etc).
Sin embargo, como demócrata, socialista y joven dirigente, no puedo contentarme con las tradicionales conclusiones y vetustas formas de política. A pesar de las estiradas sonrisas que vimos en la noche del domingo 27 de octubre, por parte de los distintos referentes de las coaliciones, hubo una común percepción de que realmente no existieron ganadores.
La única vencedora fue la incertidumbre. Y ¿por qué? Simple, todos ganaron y perdieron a la vez. Por uno u otro lado, todos los actores políticos están preocupados por sus resultados, tanto por aquello en que les fue bien como por aquello que les fue mal. Lo cual en esta elección la victoria y la derrota fueron parejas para todos.
Aun así, más allá de la importancia que revisten los resultados de los candidatos, los partidos y los futuros candidatos nuevos o a la reelección, lo que aparece como “un arrière goût” amargo, como un sabor post elección preocupante, es la impavidez con la cual actúa tanto el mundo político como los cómplices de este (la prensa en general) frente al brutal aumento de la abstención, el voto nulo y los blancos.
Se ha dicho “hay que escuchar el rumor de la calle…”, bueno, está bastante clara la señal. Sólo en la VI Región, los nulos y los blancos sumaron el 9,62%. La abstención se disparó, pasando del 9,24% en la municipal del 2004 al 20,87% en la recién pasada elección municipal. Si sumamos blancos, nulos y abstención podemos evidenciar que la cifra alcanza un sorprendente 30,49%. Es decir, sin contar todos los no inscritos en los registros electorales, 126.633 personas habilitadas para votar (ciudadanos) de un total de 444.522 no eligieron ningún candidato. Y aunque a nivel nacional, los blancos más los nulos y la abstención alcanzaron el 45,61% representando a más de 2 millones de ciudadanos (repito, sin contar los no inscrito que en este caso son otros 2 millones) estar bajo la media nacional con estas cifras no puede ser un triunfo para ningún demócrata. ¿Cómo no va a haber incertidumbre en el escenario político nacional con estas cifras?
Más aun, en estas cifras no sólo hay jóvenes, hay dueñas de casa, trabajadores, pensionados, micro, pequeños y medianos empresarios, cesantes, profesionales, en fin, de todo. Por eso, no vengan de forma simplista a repetir que los jóvenes “no están ni ahí”. Cuando estas cifras no convienen a todos los actores de la democracia, casualmente, no se analizan en ningún medio de comunicación tradicional. Qué loco, ¿no…?
Además, si revisamos las cifras detenidamente, podemos ver que la tendencia general de crecimiento al interior de cada uno de los subpactos es a que los partidos decrezcan su votación real respecto a la elección pasada frente al crecimiento de la votación que supuestamente aportan los independientes. ¿Qué significa entonces? Aquí está otro de los motivos por los cuales las sonrisas de triunfo se van trisando. Aquellos que se fortalecieron notablemente en esta elección fueron los independientes de cualquier apellido (“fuera de pacto” o “pro algún partido”). Creció entonces la opción de los proyectos individuales de representación frente a los proyectos colectivos que los partidos ofrecen. Qué paradójico, por decir lo menos.
En consecuencia, hay más desconfianza, más individualismo y más autoritarismo en la población en general, la ciudadanía, la clase política frente a problemas que son comunes. Entonces, como dice el viejo proverbio “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Creer que Obtuvimos una Victoria
Por Juan-Pablo Pallamar Urzúa
Dirigente del Comité Central del PS,
Ex Presidente Nacional de la Juventud Socialista de Chile.
Noviembre 2008.- A pesar de que teníamos tres alcaldes y ahora tenemos dos en toda la región; que varios de nuestros candidatos emblemáticos a los sillones edilicios se perdieron como en Chépica o Lolol, u otros que como en Machalí, Pumanque, Olivar y Requinoa perdieran con la cabeza en alto, proyectándose al futuro, resultando que de ocho candidatos, solamente y emblemáticamente, reconquistáramos Santa Cruz, como lo demostró el “ave Fénix” Tito Valenzuela y que en Coltauco, Rubén Jorquera, ganara un supuesto bastión de la derecha terrateniente, el Partido Socialista creció en presencia en toda la región de O’Higgins.
Desde este punto de vista, quiero creer que obtuvimos una victoria. Porque usualmente, en política, si un dirigente partidario tras una elección no expresa una voz de triunfalismo, le hace un lindo favor a sus adversarios políticos, aunque verdaderamente no se haya ganado. Por eso, uno ve en TV que aunque la Alianza haya perdido en alcaldes y concejales esta se apresure en izar la bandera de la victoria. Así como la Concertación, a pesar de la importante merma electoral que sufrió haga lo propio, y bueno, todos los pactos políticos (JPM, PRI, etc).
Sin embargo, como demócrata, socialista y joven dirigente, no puedo contentarme con las tradicionales conclusiones y vetustas formas de política. A pesar de las estiradas sonrisas que vimos en la noche del domingo 27 de octubre, por parte de los distintos referentes de las coaliciones, hubo una común percepción de que realmente no existieron ganadores.
La única vencedora fue la incertidumbre. Y ¿por qué? Simple, todos ganaron y perdieron a la vez. Por uno u otro lado, todos los actores políticos están preocupados por sus resultados, tanto por aquello en que les fue bien como por aquello que les fue mal. Lo cual en esta elección la victoria y la derrota fueron parejas para todos.
Aun así, más allá de la importancia que revisten los resultados de los candidatos, los partidos y los futuros candidatos nuevos o a la reelección, lo que aparece como “un arrière goût” amargo, como un sabor post elección preocupante, es la impavidez con la cual actúa tanto el mundo político como los cómplices de este (la prensa en general) frente al brutal aumento de la abstención, el voto nulo y los blancos.
Se ha dicho “hay que escuchar el rumor de la calle…”, bueno, está bastante clara la señal. Sólo en la VI Región, los nulos y los blancos sumaron el 9,62%. La abstención se disparó, pasando del 9,24% en la municipal del 2004 al 20,87% en la recién pasada elección municipal. Si sumamos blancos, nulos y abstención podemos evidenciar que la cifra alcanza un sorprendente 30,49%. Es decir, sin contar todos los no inscritos en los registros electorales, 126.633 personas habilitadas para votar (ciudadanos) de un total de 444.522 no eligieron ningún candidato. Y aunque a nivel nacional, los blancos más los nulos y la abstención alcanzaron el 45,61% representando a más de 2 millones de ciudadanos (repito, sin contar los no inscrito que en este caso son otros 2 millones) estar bajo la media nacional con estas cifras no puede ser un triunfo para ningún demócrata. ¿Cómo no va a haber incertidumbre en el escenario político nacional con estas cifras?
Más aun, en estas cifras no sólo hay jóvenes, hay dueñas de casa, trabajadores, pensionados, micro, pequeños y medianos empresarios, cesantes, profesionales, en fin, de todo. Por eso, no vengan de forma simplista a repetir que los jóvenes “no están ni ahí”. Cuando estas cifras no convienen a todos los actores de la democracia, casualmente, no se analizan en ningún medio de comunicación tradicional. Qué loco, ¿no…?
Además, si revisamos las cifras detenidamente, podemos ver que la tendencia general de crecimiento al interior de cada uno de los subpactos es a que los partidos decrezcan su votación real respecto a la elección pasada frente al crecimiento de la votación que supuestamente aportan los independientes. ¿Qué significa entonces? Aquí está otro de los motivos por los cuales las sonrisas de triunfo se van trisando. Aquellos que se fortalecieron notablemente en esta elección fueron los independientes de cualquier apellido (“fuera de pacto” o “pro algún partido”). Creció entonces la opción de los proyectos individuales de representación frente a los proyectos colectivos que los partidos ofrecen. Qué paradójico, por decir lo menos.
En consecuencia, hay más desconfianza, más individualismo y más autoritarismo en la población en general, la ciudadanía, la clase política frente a problemas que son comunes. Entonces, como dice el viejo proverbio “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Mientras en el PS, la Concertación y la izquierda no se asume esta cuestión de fondo y terminamos con los padrinazgos, la fragmentación y el sectarismo interno, la retórica pusilánime, populista y añeja, la gracitud de los traseros de los funcionarios de gobierno (muchos, dirigentes políticos) seguiremos en esta lógica del “ombligo propio” fortaleciendo los graves problemas sociales de Chile. De los cuales, sólo sacan ganancias el puñado de especuladores financieros de siempre, que juegan a ser cada vez más ricos y poderosos en detrimento de un bienestar social que permita a todas y todos los chilenos vivir de una democracia plena y equitativa. Sin ver la realidad social de la cual se sienten presos miles de chilenos.
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