Renacer en la crisis.
Jueves 21 de enero 2010.
Por Juan-Pablo Pallamar
ex Presidente nacional de la Juventud Socialista de Chile.
Fuimos derrotados. Y aunque no fue una catástrofe electoral (a Frei le faltaron unos 111 mil votos para lograr la mayoría absoluta) los resultados no explican por sí solos la magnitud del fracaso. El peso de la derrota descansa sobre dos cuestiones principales: Por un lado la incomprensión de haber perdido con el apoyo de una presidenta con el 80% de respaldo. Y por otro, el peso social de la igualdad y democratización esperadas, aun pendientes luego de 20 años en el poder.
¿Por qué perdimos? Básicamente porque durante los últimos años perdimos la coherencia unitaria en que nació la Concertación. Perdimos la consistencia genuina entre nuestro proyecto y nuestras acciones políticas.
La crisis se ha desatado en la Concertación. En el PS recién comienza. El socialismo dará su primera señal en el pleno del Comité Central (CC) de este fin de semana. Esta debe ser clara: recambio, reestructuración, y lo más importante, voluntad de unidad. Sin ella, el PS no superará la crisis. Y su atomización puede ser inminente frente al desafío de las elecciones municipales y de CORE del 2012. El próximo año electoral, la crisis debe haber sido superada.
Por ello, el PS debe buscar la máxima coherencia en sus determinaciones. Forzar la dimisión del Presidente o de un par de miembros de la Mesa sería un acto sólo similar al oportunismo de Meza en su pacto con la derecha por la testera de la Cámara de Diputados. Si la Mesa nacional renuncia debe seguirle la Comisión Política (CP). En esa situación, el CC, que es el órgano que elige la Mesa y la CP, reconocería en esos actos, su propio fracaso. La responsabilidad recae en todo el partido: sus dirigentes, sus autoridades populares y sus órganos. Así, la señal de transición debe orientarse a una mixtura con una generación más joven hoy parte del CC. Y al inicio de un proceso nacional de debate interno que absorba la derrota como una energía de renovación en nuestras filas. En las próximas elecciones internas la militancia decidirá qué Comité Central conducirá el partido por los próximos dos años.
Los tiempos que corren no serán fáciles para los socialistas (sobre todo desde marzo). Y el PS tendrá la tarea de proteger a su gente, volver a su matriz y enfocarse en su ‘deber ser’. Porque a pesar de la derrota la desigualdad social sigue siendo la misma hace más de 50 años. De cada 100 chilenos, 20 se apropian del 55% del ingreso nacional. 10 tienen un ingreso promedio 35 veces superior a otros 10 que son los más pobres. La educación pública gratuita, laica y de calidad es otro gran pendiente. Así como el régimen del trabajo y la calidad y acceso a la salud. Y como ya se sabía, rompimos la exclusión con el pacto Concerta-PC pero el sistema binominal sigue estando plenamente vigente, en un país que eligió un personaje que partió lucrando con la Presidencia de la República. Nuestra vigencia está en peligro si no reasumimos nuestro ‘ser’, que es el cambio profundo de la sociedad.
Pero las crisis, son también oportunidades. Hay que detener la centrífuga. Es momento de replantear unir lo que jamás debió desunirse, e integrarse con las fuerzas que hace tiempo debieron fusionarse. El origen histórico del PPD es el PS. Y son mayoría los radicales que rechazan el acto vergonzoso de su actual presidente. Ese mundo es socialista y debe iniciar su proceso de unificación. Una nueva generación y nuevas personas son esenciales para detener la fragmentación, tejiendo puentes hacia los movimientos políticos en actual formación dentro de la izquierda y centro-izquierda. Reunir los caminos aun es posible.
En el PS, esta crisis es también el comienzo del fin del orden interno que por 20 años existió. Las tendencias ya no serán las mismas. Hoy es la oportunidad para un nuevo comienzo en el socialismo. Más si es común comprender que la mayoría es inalcanzable sin que el humanismo-cristiano y humanismo-social estén en un mismo proyecto. Hoy, el tiempo de la oposición es de los comunistas, socialistas y demócrata cristianos unidos. La mayoría progresista la dará una nueva coalición capaz de remecer Chile con un proyecto de país que surja de la diversidad nacional y los trabajadores.-